La vida es movimiento y las experiencias sensoriales que nos brinda al entrar en la ducha, caminar con los pies descalzos por el piso aún frío de la mañana o tomar el café que nos puede calentar, componen una serie de informaciones que pueden ser usadas para la escena. En el día a día es útil e incluso saludable reparar en estos detalles, ellos ya están presentes y nos permiten el pequeño placer de encontrarlos al reconocer la textura de una taza de café. Hablo del placer de entrar en contacto con nuestros sentidos, nuestra sensorialidad que no está basada en una subjetividad en contra posición a un yo que se desenvuelve en la exterioridad. Con esto busco entender la experiencia vivencial basada en la sensorialidad y no en una interpretación. No conozco el mundo por pensarlo, lo conozco por vivirlo, y a partir de ahí viene la construcción social en busca de un sentido predeterminado que en el mundo actual se ha popularizado como mi subjetividad. Entonces, busco reformular la noción de subjetividad no en su sentido amplio de construcción social sino para reconfigurarla hacia como nos sentimos en el día a día y como esta sensorialidad no necesita ser interpretada, puede ser sentida y saboreada. ![]() Albergados por un árbol en Rosario, Santa Fé, Argentina. (junio de 2011) http://soledaddelmonte.blogspot.com/2011/07/historias-de-la-frontera.html Al llevar esta experiencia a la escena, ella acciona como una puerta hacia la creación. Alejándome de la noción de sensorialidad como aquello inexplicable. Apelo en mi trabajo a la corporeidad como eje concreto que me conduce en este viaje de cazadora de estímulos. Y es la corporeidad la que me permite estar presente a partir de una atención hacia la sensorialidad que me atraviesa de una manera concreta y genera informaciones desde las cuales puedo decidir para esculpir en el tiempo y el espacio. Aquí es donde, literalmente, la técnica entra en escena porque la decisión depende de las posibilidades que tengo para accionar, las dinámicas exploradas y el lugar vacío al que he aprendido a entrar. Para los artistas escénicos, entrar en la creación desde el ejecutante significa entrar. Nada se queda afuera ni podemos extraer una parte de nosotros, sea esta psíquica o física, para que espere hasta que terminemos nuestro tiempo de ensayo o práctica de creación. Estamos, ahí, ahondados en nuestra sensación de ser, de pensar, de mover, de estar... incompletos. Tal vez eso sea lo que nos lleva a crear. No me refiero a la necesidad de completarnos, esa ya desapareció entre dos guerras mundiales, bombas atómicas y nuestros actuales campos minados de corrupción. Nos sabemos escindidos y es en la creación donde podemos estar en paz con este ser incompleto, dividido o inacabado.
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Este es un espacio para compartir y reflexionar las conexiones del Método Feldenkrais y las Artes Escénicas. Categories
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September 2017
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